Esta semana, el legendario juego de disparos en primera persona, Doom, cumplió 30 años, así que decidí escribir este breve artículo para rememorarlo.
Es imposible subestimar el impacto que tuvo. Lanzado por id Software para MS-DOS en 1993, fue un fenómeno mundial instantáneo.
En esa época el internet aún estaba en sus más limitados inicios, así que realmente yo solo podía saber lo que veía en la TV, lo que oía decir a la gente, y especialmente lo que leía en revistas de videojuegos, pero Doom estaba en todas partes.
No recuerdo bien cómo habrá llegado Doom a mi computadora, pero sí sé claramente que Doom estaba compuesto por 3 episodios. Cada episodio era una serie de niveles, y el primer episodio era completamente gratuito, lanzado bajo un modelo Shareware, así que probablemente el juego llegó a mí incluido en uno de los discos de demos que las revistas de videojuegos solían traer en esos años. O quizás alguno de mis amigos de ese entonces, igual de entusiastas con los videojuegos que yo, me lo habrá compartido.
¿Cuántas veces habré jugado de inicio a fin esa serie de 9 niveles que conformaban el primer episodio? Seguro fueron decenas de veces, y siempre era absolutamente exhilarante. Mi impresionable mente, a mi corta edad, estaba extasiada con la experiencia: un frenético juego de disparos en primera persona, situado en un inmersivo ambiente completamente en 3D, algo que nunca había experimentado, ni en la consola del momento, el SNES, ni mucho menos en el viejo y humilde NES.
Sobretodo recuerdo la intensidad, y la dirección artística. El juego estaba situado en un complejo militar en Marte, inspirado por la serie de películas, "Aliens." Ah, y por supuesto, la música, con su banda sonora conformada por composiciones pseudo-metaleras. Y desde luego, los sonidos del juego, que lo hacían todo tan tenso. Solo escribir esto me trae claro a la mente la respiración agitada del protagonista cuando era lastimado; el sonido de los disparos de los distintos tipos de armas; los gritos de los enemigos, quienes te sorprendían por todas partes; la explosiones. Todo.
Una de las cosas que más entusiasmo me causa rememorar el juego es que gracias a Doom tuve mi primera experiencia de jugar con amigos a través de una conexión por módem, cada quien desde su propia casa. Quienes alguna vez jugaron por módem pueden recordar perfectamente el ritual de conectar la línea telefónica a la computadora, configurar el juego para llamar o recibir una llamada, el sonido del módem al establecer la conexión, y cruzar los dedos para que no se interrumpiera la partida por una diversidad de razones, como que alguien más quisiera usar el teléfono, o simplemente por un error de conexión, lo cual no era tan inusual.
Hoy en día damos por hecho el poder jugar en línea, pero en ese entonces jugar a distancia era toda una novedad, y puedo decir que dediqué muchísimas felices horas a jugar por módem, especialmente Doom. A mis papás seguramente no les habrá caído nada en gracia esas cuentas telefónicas que derivaban de mis interminables partidas, pero si así fue, nunca me dijeron algo.
En fin, no mucho tiempo después fue lanzando Doom 2, el cual era casi idéntico al primer juego. Prácticamente una versión expandida, aunque seguramente lo jugué mucho más. Tuvieron que pasar 10 largos años de espera para el increíblemente anticipado lanzamiento de Doom 3, el cual sí que fue distinto. Un considerable avance, tanto en gráficas y tecnología.
No obstante, Doom 1, el original, siempre va a tener un lugar muy especial en mi recuerdo. Tiene legítimamente ganado su lugar en el panteón de los videojuegos más grandes de la historia. Su lanzamiento fue un momento decisivo y crucial para el desarrollo y alcance mundial de los videojuegos. Un paso tecnológico vital para los sucesores en su género, como Duke Nukem 3D, Quake, Half-Life, y la institución que hoy en día son los juegos de disparos en primera persona. Larga vida al rey.