Qué dicha estar vivo y poder escuchar un nuevo disco de Nick Cave & The Bad Seeds. Han pasado 5 años desde su disco previo, Ghosteen (2019). Aunque Cave haya lanzado música durante ese período, incluyendo algunas bandas sonoras y un disco de estudio, todos creados junto a Warren Ellis (violinista, también parte de The Bad Seeds), este es el primer lanzamiento oficial del grupo desde entonces.
Wild God es una creativa y elaborada obra que desborda emotividad. Cave y la banda lo dan todo. El oyente es reducido a un espectador que no puede hacer más que dejarse conmover y llevar por esa tormenta afectiva.
Aunque hay momentos que recuerdan el sonido soñador basado en sintetizadores ambientales de su disco anterior, Wild God está lejos de ser una continuación directa y más bien me parece en parte una reincorporación del sonido clásico de los Bad Seeds, en el que el piano de Cave guiaba las canciones, pero ahora agregando sobre esto los elementos más modernos de sus discos recientes, como los intricados arreglos experimentales.
Por ejemplo, “O Wow O Wow (How Wonderful She Is),” sería una simple canción en piano y guitarra acústica, si no fuera por las capas de sonidos electrónicos que la recubren.
Cave resuena con potencia y profundidad, comandando presencia en todo momento, como una figura central. Su voz, el instrumento principal del disco, se entreteje sin dificultad con el resto de la música, y más que situarse sobre ella, la voz de Cave encaja en cada rincón como una pieza en un rompecabezas.
No me parece exagerado decir que la detallada articulación vocal de Cave es a veces como otra textura entre los demás instrumentos y arreglos electrónicos.
Coros femeninos abundan, elevando el sentimiento de las canciones, aunque algo que me sorprendió un poco es la incorporación de coros gospel, desde una aparición sutil en la canción inicial “Song of the Lake,” como más notoriamente en “Conversion” (canción que se ha ganado un lugar muy especial en mi corazón), y sobre todo en la corta pieza final, “As The Waters Cover The Sea.”
Las elaboradas letras de Cave, uno de los elementos más emblemáticos de todos sus discos, contienen su usual significado, poesía y profundidad, y como siempre, no pueden faltar elementos oscuros y cínicos.
El estilo varía desde letras que parecen brochazos impresionistas, como en “Song of the Lake,” hasta densas historias como en “Wild God” y “Joy.”
“Frogs”, una emotiva y experimental canción que mezcla el estilo lírico impresionista con la temática religiosa siempre presente en todo disco de Cave, narra la historia de una pareja al salir de misa el domingo, y comienza con una frase bastante impactante, “Ushering in the week, he knelt down, crushed his brother’s head in with a bone. It’s my great privilege, oh babe, to walk you home.” ["Dando paso a la semana, se arrodilló y aplastó la cabeza de su hermano con un hueso. Es un gran privilegio, oh nena, llevarte a casa."]
“Conversion” me parece un poético flujo de consciencia, con Cave narrando una visión que desemboca en una de mis partes favoritas de todo el disco, algo que parece un ritual chamánico, donde un coro gospel repite una y otra vez la frase, “Touched by the spirit and touched by the flame,” ["Tocado por el espíritu y tocado por la llama,"] y Cave va cantando y gritando entre esto, como en un trance, guiando todo.
“Long Dark Night” es una canción típica de Nick Cave & The Bad Seeds, que podría haber estado en cualquiera de sus discos de los 90s. Basada en un simple piano arpegiado combinado con una guitarra acústica, con una letra macabra y un simple coro de, “Maybe a long dark night is coming down.” ["Tal vez una larga noche oscura esté por caer."] Una pausa a la densidad y los elementos electrónicos del resto del disco.
“O Wow O Wow (How Wonderful She Is)” contiene una letra juguetona, en la que el protagonista observa a una chica y reacciona idealizándola, con entusiasmo. Una ligera desviación, un descanso, del resto del fuerte contenido del disco. Cave y el resto de la banda parecen estar de muy buen humor en este número, y la música también lo refleja.
La última pieza, la mencionada “As The Waters Cover The Sea,” concluye el disco de forma esperanzadora, “Peace and good tidings, He will bring good tidings to all things.” ["Paz y buenas nuevas, Él traerá buenas nuevas a todas las cosas."] Parece que Cave, a sus casi 67 años, y aún después de haber vivido la muerte de 2 de sus hijos durante la última década, ha concluido que, incluso entre la oscuridad de nuestra experiencia humana que explora una y otra vez en sus letras, vale la pena vivir, y que el futuro traerá cosas buenas.
Un apropiado final, considerando los 44 intensos minutos previos.
Wild God es un álbum que vale el tiempo que compartamos en su compañía. Hay muchos misterios y emociones en cada paso. Me parece una obra sobresaliente entre las más recientes de la banda. Recomendada especialmente para escucharla de noche, en un ambiente sereno, que permita adentrarse y envolverse por su encanto.
En las propias palabras de Cave, “Espero que el álbum tenga en los oyentes el mismo efecto que ha tenido en mí. Estalla desde el altavoz, y me dejo llevar.”