Sobre la Vieja Institución del Matrimonio

Estoy en un momento de mi vida en el que veo a una gran cantidad de personas casadas entre mis conocidos. Esto es algo bueno, significa que cada vez tengo menos probabilidad de adquirir el compromiso social de asistir a una aburrida boda, como si no tuviera cosas mejores que hacer.

Pero presenciar este auge matrimonial entre mis conocidos no me hace dudar de mi decisión de evitar tal situación, especialmente si considero la cuestionable calidad de sus parejas y sus actuales vidas matrimoniales. Ciertamente, me hace reflexionar sobre este tradicional arreglo social.

Algunas de estas personas ya van por la segunda ronda matrimonial. ¡Y al menos otra ya lleva 2 rondas fallidas! Y yo me pregunto, ¿en qué estaban pensando?!

La realidad es que “no estaban pensando”.

La Trampa Bioquímica

Una de las razones principales por las que una pareja decide casarse es precisamente porque su capacidad de razonar (pensar claramente) disminuyó considerablemente debido a procesos internos hormonales y bioquímicos que ocurrieron en sus cerebros cuando comenzaron a ser activos sexualmente durante su época pre-matrimonial.

Cuando la actividad sexual se vuelve recurrente durante un período prolongado, la pareja percibe que su vínculo emocional se fortalece y su sensación de confianza mutua crece. Comienza a ver el mundo "de color de rosa". Surge un proceso de idealización en el que cada uno tiende a enfocarse, incluso a agrandar, los rasgos positivos del otro, y a minimizar o negar los negativos.

Este proceso sucede porque nuestra especie está programada para reaccionar automáticamente de esta manera como consecuencia de una actividad sexual recurrente, buscando mantener unida a una pareja en preparación para un posible embarazo. En esencia, se trata de manipular artificialmente a los potenciales futuros padres, obligándolos de esta forma a querer ciegamente permanecer juntos, en beneficio de un hipotético futuro retoño.

Si estos procesos que los unen inadvertidamente no sucedieran, esos individuos tal vez tendrían la oportunidad de pensarlo mejor y podrían concluir que, por diversas razones, su pareja no les conviene para casarse o que en realidad no les resulta tan atractiva.

No debería ser ninguna sorpresa que, con el tiempo, conforme vaya desvaneciéndose natural e inevitablemente la influencia de estos procesos bioquímicos artificiales que los llevaron a experimentar esa exagerada sensación de vínculo mutuo, se den cuenta de situaciones como que realmente no tienen mucho en común, que no perciben atractiva a su pareja, e incluso que ni siquiera se agradan o toleran.

Como dijo el gran filósofo Friedrich Nietzsche, "Cuántos hombres casados hay que han experimentado la mañana en que se han dado cuenta de que su joven esposa es tediosa, mientras que ella cree lo contrario."

Pero muchas veces este momento llega tarde. Lo más seguro es que para ese entonces ya existan situaciones complejas de por medio, incluyendo, probablemente, al menos un hijo, y debido a ello la pareja decida permanecer junta en un intento de tolerarse, a menudo con dificultad y desagrado, posiblemente en beneficio de uno o más hijos.

En otras palabras, la especie nuevamente cumplió su cometido y se salió con la suya, llevando a los Homo sapiens a comportarse de una forma pre-determinada. Su fin siempre es asegurar el futuro de los hijos, nunca la felicidad de los padres.

Como dijo el filósofo y neurocientífico Sam Harris, “La idea de tener la capacidad para elegir libremente no puede aplicarse a ninguna realidad concebible y es incoherente. La neurociencia revela que eres un títere bioquímico." Esto significa que existen reacciones bioquímicas internas que nos resultan inconscientes pero que guían nuestro comportamiento hacia fines pre-determinados. Nuestra especie está diseñada de tal forma. De hecho, esto se aplica en general a toda nuestra experiencia de vida. Considerar esto hasta podría resultarnos inquietante.

El Análisis de una Propiedad en Venta

Cuando alguien tiene planes de comprar una casa, primero investiga bien el terreno de la propiedad en consideración, los cimientos de la casa, el interior, inspecciona posibles rajaduras en las paredes, cómo está la plomería, las conexiones eléctricas y un sinfín de detalles más. Incluso evalúa la compra a través de la opinión de profesionales. No se trata solo de ver la fachada de la casa, decidir comprarla en un impulso y mudarse al siguiente día.

Una casa es una inversión muy importante, con un impacto significativo en la vida de cualquier ser humano, pero que no se compara con el enorme impacto que puede tener en la vida de alguien la persona con la que se case. No obstante, la mayoría de las personas se casan sin realizar un proceso de evaluación similar, casi como lanzándose ciegamente e impulsivamente al vacío.

Al planear casarse, se debe proceder como en el ejemplo de la compra de la casa, en relación a la potencial pareja. Un análisis exhaustivo y ser lo más objetivo posible. Pruebas psicológicas no están de más. La investigación del linaje y tendencias genéticas es clave. Además, es muy importante considerar el fenómeno de que la racionalidad y capacidad de decisión seguramente estarán comprometidas, como consecuencia de la actividad sexual que esta pareja, considerando casarse, sin duda tendrá en vigencia en su máxima plenitud histórica. Ojos externos serían de gran ayuda, y la capacidad de ser receptivo a opiniones que puedan contradecir las percepciones personales.

Y es que, como dijo Nietzsche, "a veces solo se necesitan un par de anteojos más fuertes para curar al amante. Y aquel que tuvo la imaginación para visualizar un rostro, una figura veinte años más vieja, quizás pasaría por la vida sin ser perturbado.”

Para este filósofo, si solo se basa el matrimonio en el amor romántico, será sumamente inestable. "La sensualidad a menudo hace que el amor crezca demasiado rápido, de manera que la raíz permanece débil y es fácil de arrancar." En su Zaratustra concluye que, “las relaciones de amor romántico son simplemente locuras pasajeras y que es estúpido convertir una locura en un compromiso a largo plazo.”

Schopenhauer Sobre el Matrimonio

Pensar en que seguramente una persona va a elegir muy mal con quién casarse, y que más adelante se va a llevar muchas feas sorpresas, me hace recordar un consejo de otro gran filósofo, Arthur Schopenhauer, “antes de casarte mantén los ojos bien abiertos. Luego mantenlos medio cerrados.”

El viejo Schopenhauer, en el esplendor de su sabiduría, hizo muchos otros comentarios aludiendo al matrimonio. Estos son algunos de mis favoritos:

  • “Casarse es reducir a la mitad los derechos y duplicar las obligaciones.” Esto me parece especialmente cierto en el caso de un hombre, quien además hoy en día, gracias al actual orden social ginecéntrico (centrado en el beneficio de las mujeres,) se espera que sea básicamente el equivalente de una mal apreciada bestia de carga.
  • “Casarse significa vendarse los ojos, y tener la esperanza de encontrar una anguila en un saco lleno de serpientes.” Es decir, es una lotería con muy pocas probabilidades de ganar. Basta con ver las altas tasas en las estadísticas de divorcios y de infidelidad.
  • “El matrimonio es una trampa de la naturaleza.” Esto hace referencia al proceso bioquímico que une inadvertidamente a una pareja, que mencioné en los párrafos iniciales de este artículo, el cual Schopenhauer ya había observado desde principios del siglo XIX.
  • “Es lentamente hacerse miserables el uno al otro.” Conforme el proceso bioquímico de idealización artificial va disminuyendo, y el tiempo que han pasado juntos va incrementando, las personas casadas eventualmente llegan a percibir cómo es su pareja de una forma más realista. Inevitablemente van surgiendo situaciones que las llevan a toparse con un imperfecto, inconsistente y problemático individuo, sus tendencias negativas, y con muchas situaciones fuera de su tolerancia. Todo esto irá acumulando molestias y miserias mutuas. Y es que hay un momento donde ya no se puede negar la realidad.

Cambios para Mal

Es importante destacar que una convivencia prolongada entre dos personas, como la que sucede en una vida matrimonial, casi invariablemente desemboca en una considerable disminución del respeto mutuo.

Existen razones para esto, como la familiaridad y la rutina (estados contrarios al romance), pero no solo se pierde el respeto mutuo por ello. Muchas veces es simplemente no darle la misma importancia a comportarse adecuadamente como al principio.

Este fenómeno ocurre en parte debido a la disminución de la "ansiedad de competición", que se experimentaba cuando inicialmente existía preocupación en cada uno por que su pareja le dejara e iniciara una relación con alguien más. Esto ciertamente actuaba como fuerza motivacional para promover no solo comportarse de manera grata, sino incluso para dar lo mejor de sí. Disminuye porque se llega a dar por hecho la relación, y con esto viene un decremento en la moderación del comportamiento.

Esto también podría llevar al descuido en el cuidado personal, como mantenerse en forma, e incluso hasta repercutir negativamente en darle importancia a la higiene propia. Ambas situaciones podrían generar disgusto en el otro.

Usualmente, de forma paralela a la disminución del respeto, surge en las personas casadas un sentido de derecho incuestionable, casi de propiedad, sobre su cónyuge. Esto se da especialmente si este vive bajo su dependencia. Y así muchos humanos darán salida, sin preocupación alguna, a sus propios impulsos agresivos naturales, hacia ese otro de “su pertenencia” y “en su poder”.

Quiero mencionar que es mi observación personal que la mayor parte de la gente, a lo largo de sus vidas, generalmente cambia para mal en su personalidad, forma de pensar y comportamiento. Algunas causas son deterioro físico o de salud, desgaste tanto mental como emocional, inmadurez y frustración acumulada. Debido a esto cualquiera puede esperar que su pareja conyugal podría volverse alguien con quien sea más difícil convivir.

Si además no han logrado obtener en su vida el éxito que creen que se merecen, muchas personas se podrían volver altamente resentidas, (o peor aún, izquierdistas, que es equivalente a ser resentido, pero ese es tema aparte,) incluso llegando a adjudicar la culpa de esto a sus parejas, y con ello a externarles constantemente su ira.

Otro aspecto a tomar en cuenta es que en una vida matrimonial se da un aburrimiento en cada uno hacia su pareja, por pasar tanto tiempo conviviendo con esta. Este fenómeno es normal en los seres humanos, lo que refuerza que el matrimonio no es una situación alineada a nuestra naturaleza. Con este aburrimiento viene una disminución del interés mutuo, reemplazado por indiferencia y hasta una recurrente impaciencia o tedio, y llega a ser causa de desprecio e infidelidad.

Una situación adicional, que no es inusual, y que podría haber existido previa al matrimonio, o haberse desarrollado después, en uno o ambos cónyuges, es la de una adicción negativa, como a drogas, alcohol o algo más. Esto puede causar una serie de problemáticas muy grandes que afecten seriamente a la pareja, desde despilfarro de dinero y de tiempo, hasta comportamientos erráticos, agresivos, inconsiderados e inmaduros.

Finalmente sabemos que absolutamente todos los seres humanos, de por sí, son criaturas emocionales, inconsistentes, frágiles, incluso inestables, y con su propio bagaje de traumas, complejos, trastornos de la personalidad y asuntos no resueltos. La mayoría de personas no van a hacer lo posible por resolver algo de esto, como yendo a psicoterapia, o elevando su autoconsciencia (capacidad de tener conciencia de sí mismo, de sus propios pensamientos, sentimientos y acciones.) Mucho aquí mencionado no estará a la vista en un inicio, pero en una vida prolongada de pareja saldrá a la luz, llegando a causar sus propias problemáticas.

Estas son solamente algunas situaciones que promueven que, como indica Schopenhauer, en una vida en matrimonio, una pareja se vaya haciendo cada vez más miserable el uno al otro. A mi parecer son suficientes causas para justificar decidir evitar algo así. Pero hay más.

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