Rememorando Dragon Ball

Luego de la triste noticia del fallecimiento de Akira Toriyama, mejor conocido como el creador de Dragon Ball, se vino un torrente de interminables homenajes alrededor del mundo, y muy bien merecidos. No queda duda de que fue una figura enorme en la historia, y muy querida. Su creación marcó un antes y un después en el mundo del manga, el anime y de la cultura pop.

A veces me sorprende que, si bien Dragon Ball fue creado originalmente en la década de 1980, desde que llegó a ser popular nunca dejó de ser relevante. En la actualidad aún son lanzadas nuevas series, películas y videojuegos, entre otros. Y siempre son muy aclamados por un enorme público a la expectativa de todo nuevo lanzamiento de la franquicia.

No imagino ver disminuir el interés mundial en Dragon Ball en ningún futuro cercano. Lo mismo se puede decir de su considerable influencia en el resto de la industria del manga y el anime.

Por mi parte, me pareció un buen momento para escribir un artículo rememorando mi experiencia como fanático de la serie, desde que la descubrí en mi adolescencia en la década de los 90s, hasta hoy.

Todo comenzó cuando estaba casualmente de vacaciones con mi familia en Cancún. Recuerdo perfectamente que una de las noches, al encender el televisor en el hotel, mis ojos se toparon por primera vez con Goku, el protagonista principal de Dragon Ball.

Era la serie original, la cual mostraba las aventuras de Goku de niño, cuando aún lucía una cola. Recuerdo que me enganchó automáticamente. Era un episodio en el que Goku luchaba contra uno de sus primeros adversarios memorables, Piccoro Daimaku.

Goku de niño luchando contra Piccoro Daimaku en el anime original de Dragon Ball.

Durante las noches siguientes estuve pendiente de sintonizar el mismo canal en la TV en el hotel, a la misma hora, para no perderme ningún episodio. Recuerdo que me preparaba un delicioso café con sabor a chocolate, de esos de sobrecito, y procedía complacido a sentarme en el sillón frente a la TV. Pudiendo salir a explorar Cancún, prefería quedarme viendo Dragon Ball.

Dragon Ball llegó como una avalancha a nuestras vidas, y para mi sorpresa, descubrí que en algunas tiendas de los centros comerciales de Cancún vendían figuras plásticas de varios de sus personajes. Por supuesto que compré unas cuantas, que adornaron mi habitación y estudio de música por muchos años. Aún conservo algunas de ellas.

Una de las viejas figuras plásticas que compré en los 90s. Mi personaje favorito siempre fue Vegeta.

Al regresar a casa estaba con muchas ganas de continuar viendo Dragon Ball. Para mi suerte pronto comenzaron a transmitir las series en una cadena de TV local, tanto la original, como también Dragon Ball Z, la secuela, en la que Goku ya era un adulto.

La serie original me gustaba, pero Dragon Ball Z fue la que realmente me convirtió, como a muchos, en un verdadero fanático.

Todas las tardes, luego de regresar de la escuela secundaria, esperaba con anticipación la transmisión del episodio del día. Juro que todas las veces sentía que terminaba demasiado rápido. Luego al siguiente día a comentarlo con los compañeros de clase, y bromear sobre cómo algunas de las peleas eran eternas, desarrollándose a través de múltiples capítulos, aunque siempre eran muy emocionantes.

Jamás olvidaré la primera vez que Goku se transformó en Super Saiyajin en la larga pelea contra Freezer. O estar a la expectativa de descubrir cómo Goku superaría sus límites, para llegar al siguiente nivel de poder. O por otro lado, situaciones tan absurdas pero graciosas, como cuando Mr. Satán se llevó el crédito de haber derrotado a Cell. Solo recordar eso me provoca mucha risa.

A decir verdad, hay muchísimos recuerdos, y hasta cosas que seguramente a todos nos han dado qué pensar. ¿Quién no ha tenido la fantasía alguna vez de entrar en la Cámara del Tiempo, al menos para echarse una buena siesta? ¿O contemplar qué se sentirá comerse una Semilla del Ermitaño? ¿O incluso imaginarse juntar todas las esferas del Dragón e invocar al poderoso Shen Long?

Dragon Ball cuenta con una diversidad de personajes coloridos, memorables y muy originales. Algunos tan ridículos como Mr. Satán, graciosos y pervertidos como el Maestro Roshi, de moral ambivalente como Vegeta, o incluso híper malvados como Freezer y Cell. Eran muchísimos personajes, y siempre hacían los episodios absolutamente entretenidos.

En esa época solían transmitir en la TV la serie en orden, un episodio por día, y cuando la serie llegaba al final, volvía a iniciar desde el primer capítulo. Considerando que Dragon Ball Z cuenta con alrededor de 300 capítulos, si transmitían la serie de lunes a viernes, el anime completo duraba más de 1 año.

Recordar esto me trae a la mente una terrible frustración de mi adolescencia. Por alguna razón, el canal de TV en el que daban Dragon Ball Z en mi ciudad nunca transmitía la última saga, la de Majin Buu. Lo que solía suceder es que al acabar de reproducir la saga previa, la de Cell, volvía al inicio. Eso me causaba una frustración enorme.

Fue hasta unos años después cuando por fin pude ver la última saga de la serie, completando así un importante asunto pendiente de mi vida. Eso sucedió cuando a través de internet se comenzó a poder descargar series de TV por medio de aplicaciones en línea para compartir archivos. Y desde luego, una de las primeras metas que me propuse fue descargar y coleccionar todos los episodios de Dragon Ball Z.

La velocidad de descarga en internet era considerablemente más lenta en esos tiempos. Recuerdo que con un amigo nos repartimos el listado de episodios, para que juntos lográramos descargarlos más efectivamente, pero aún así tardamos varias semanas en completar las descargas.

Durante los años que siguieron me enfoqué más en jugar los videojuegos de Dragon Ball que en repasar de nuevo las series, dando espacio en mi vida a otros animes de formato largo que fueron surgiendo, pero que le deben muchísimo a Dragon Ball, como por ejemplo, Naruto, al que muchos sin duda nombrarán como uno de sus sucesores directos más evidentes.

Dragon Ball Z Budokai, para PS2. Jugué muchísimo este juego. Grandes recuerdos. Épicos combates.

En algún momento en la década del 2010 revisité Dragon Ball Z a través de algún sitio de anime en streaming. Y no mucho después apareció Dragon Ball Super. Fue un lanzamiento emocionante, por ser la primera serie completamente nueva de Dragon Ball desde la tan criticada Dragon Ball GT. A diferencia de GT, Super cuenta con historias creadas por el propio Akira Toriyama, y su calidad de producción es moderna, y muy alta.

En esos años hasta fueron lanzadas algunas películas que incluso las mostraron en el cine, algo que nunca antes había sucedido en Latinoamérica con ninguna película animada de Dragon Ball. Fue algo muy especial.

Y aunque Akira Toriyama haya partido a visitar a Kaio-Sama, siempre vivirá en nuestros corazones y en nuestros recuerdos, a través de ese regalo tan grande que le dio al mundo gracias a su increíble imaginación. Su legado será eterno.

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