Steve Hackett es popularmente conocido por ser el guitarrista principal de Genesis durante su época de rock progresivo. Después de abandonar al grupo al final de la década de 1970, ha creado muchísimos discos como solista. El más reciente, un disco conceptual lanzado en febrero de 2024, es titulado The Circus and the Nightwhale.
Hackett tiene el sonido del rock progresivo de los 70 muy bien instaurado en su ADN, y se nota claramente. Un sonido que sabe construir a la perfección, y en este disco pareciera como una bandera que ondea incansablemente y con orgullo.
Las canciones que Hackett y su banda interpretan son complejas, diversas y con múltiples partes, y cuentan con una base sónica en la que detecto constantes referencias al sonido de algunas de las mejores bandas inglesas de la década de los 70, como Jethro Tull, Deep Purple, Yes, y a los propios discos de Steve Hackett.
Todo eso, mezclado con un toque de música clásica y sorpresivos momentos jazzeros. Hay hasta algunas apariciones de música circense y del Medio Oriente. Y por supuesto, siendo Hackett, no pueden faltar la guitarra acústica con cuerdas de nylon, con las que el guitarrista interpreta ocasionales partes clásico-flamencas.
Las canciones, aunque densas y con diversas partes, en general son relativamente cortas comparadas con las típicas canciones del rock progresivo. Con excepción de “Ghost Moon and Living Love” (que imagino es la pieza central del disco), muchas duran alrededor de los 4 minutos, lo cual puedo apreciar muchísimo, ya que esta longitud permite que la música sea bastante enfocada. Realmente no percibo que haya “material de relleno”.
De hecho, el disco en su totalidad es bastante corto, durando apenas 44 minutos. Dada la complejidad y la densidad de cada canción, es una experiencia intensa que no aburre nunca. Es de esos discos que me dan la impresión de que apenas acabo de comenzar a escucharlo y ya está terminando.
Intercalado entre muchas de las canciones hay algunas piezas de entre 1 a 2 minutos de duración, que sirven como transición entre canción y canción. Debido a esto, y a que todas las canciones cuentan con varias partes, a veces es difícil saber dónde empieza y termina cada canción. Y es que la experiencia de escuchar este disco a veces pareciera ser un caos bajo control.
En sí, todo el disco fluye como una unidad, siendo un disco con una narrativa conceptual. Esta es otra clara referencia a la década de los 70, cuando prácticamente era lanzado un disco conceptual cada semana, aunque hoy en día no se ven tan seguido.
Las partes cantadas, la mayoría de ellas interpretadas por varios vocalistas en armonía, a veces suenan un poco genéricas, y en múltiples ocasiones recuerdan deliberadamente a las armonías vocales de Yes. Están bien, y hasta el mismo Hackett contribuye con su voz, aunque a mi criterio lo mejor del disco son las partes instrumentales, en donde las canciones realmente brillan como un dinámico rock progresivo, y en las que parte tras parte se puede notar claramente que Steve Hackett puede dar rienda suelta a su imaginación. Afortunadamente, el disco es instrumental en su mayoría.
Me sorprende muchísimo la calidad y el talento de la banda que acompaña a Steve Hackett en la grabación. Son músicos de primera línea, que interpretan el material del guitarrista con enorme entusiasmo, aportando sus toques personales.
Considero que, aún teniendo 74 años, este increíble guitarrista ha logrado crear uno de los mejores discos que ha realizado en su carrera en solitario desde que abandonó a Genesis en 1978. Quien afirme que los músicos producen el mejor material de toda su carrera únicamente durante su juventud obviamente no conoce a los ex miembros de Genesis.
La música del disco, más allá de lo descrito sobre ser en esencia un enérgico rock progresivo, cuenta con una inclinación oscura y melancólica, típica de Steve Hackett. Y como he mencionado, es una estampida de diversas partes que no se detiene desde su inicio, y por todos lados aparecen cuerdas, órganos, pianos, coros, vientos, y en el centro de todo, los solos de Hackett, exhibiendo el sonido de su confiable Les Paul Goldtop.
Si bien Steve Hackett nunca ha sido el guitarrista más virtuoso, ni el más limpio para tocar, tiene un talento brillante para crear partes dinámicas e interesantes, y melodías con mucho sentimiento, las cuales ejecuta con suma fluidez, como es demostrado una y otra vez durante todo este disco.
The Circus and the Nightwhale es una gran recomendación para todo fanático de la era dorada del rock progresivo inglés, quien no dudo que quedará muy satisfecho al escucharlo. Recomendado también para cualquier admirador de la música conceptual y compleja, en la que se fusionen diversos estilos.