El Socialismo: Un Retroceso Voluntario a la Pobreza

Durante la mayor parte de la historia de la humanidad casi toda la población mundial vivió en una pobreza muy grande, con ingresos equivalentes a menos de $1.00 al día por persona. Esta pobreza existió desde el inicio de la civilización hasta aproximadamente el siglo XIX.

Podríamos suponer que el ser humano debió de haber llegado a adaptarse mentalmente a esta circunstancia, ya que vivió en ese estado de pobreza por miles de años. Esta adaptación no implicó detener el desarrollo de la civilización, solo generó cierta facilidad para sobrellevar una situación así. Dio por resultado mecanismos mentales calmantes, determinantes y ordenadores que tuvieron que haber sido establecidos por nuestro propio psiquismo para adaptarnos a vivir en esa situación en particular por un período de tiempo tan prolongado.

Esta adaptación psíquica aún debe permanecer ahí, y podría tener como consecuencia que a muchas personas quizás no les preocupe reducir su capacidad económica y pasar a vivir en un estado de pobreza similar al que vivió la humanidad anteriormente, debido a que puede que perciban, consciente o inconscientemente, la existencia de esta adaptación en su propia mente.

Este fenómeno me lleva a plantearme la razón de que las personas que favorecen políticas socialistas, y a la vez comprenden que estas políticas pueden llevar a la pobreza colectiva, no sientan una gran preocupación por ello. Es posible que, debido a su percepción de su capacidad de adaptación a la pobreza, no teman las consecuencias de vivir en un sistema socialista. Incluso podrían verlo como un retorno a lo familiar.

¿Qué, yo preocupado?

Cabe mencionar que podemos notar aquí un infantilismo psíquico, típica característica de muchos izquierdistas. En este caso, “una fijación a un estado mental evolutivo previo.”

Vale aclarar una ventaja que estas personas buscan al procurar llegar a vivir en un sistema socialista, aún si están claras que seguramente las va a llevar encontrarse en una situación económicamente peor que viviendo en un sistema capitalista. Me refiero a reducir la debilitante sensación de tener que experimentar los sentimientos negativos que les causa la enorme envidia provocada por ver a otras personas en mejores condiciones.

Preferirían un estado igualitario de pobreza que vivir en mejores condiciones económicas personalmente, pero observando desigualdad económica. La desigualdad no frena tener una buena calidad de vida, sino la pobreza, pero en este caso, les resulta preferible la pobreza, para no tener que enfrentarse con su envidia.

De acuerdo.

Aquí podemos notar otra instancia de infantilismo psíquico: incapacidad para aceptar la realidad. No todos somos iguales, en diversos sentidos. Es de hecho contrario a nuestra propia naturaleza.

En fin, volviendo al punto de la pobreza inicial de la humanidad, lo que vino a erradicarla fue la llegada de la producción y el comercio a gran escala, en una economía de libre mercado. Fue durante el auge del capitalismo y la revolución industrial en el siglo XIX donde empieza a surgir la creación de una enorme riqueza generalizada de la cual cada vez más y más personas en todo el mundo se fueron beneficiando. Los países experimentaron un crecimiento inmenso en su riqueza generada, y la pobreza global fue decayendo cada vez más, a ritmos sumamente acelerados, nunca antes experimentados por la humanidad.

No obstante, aunque nuestra situación haya cambiado, nuestra mente aún está conformada por las estructuras psíquicas que se fueron desarrollando a través de miles de años, y seguiremos respondiendo a ellas de la misma forma que respondemos a estructuras aún más ancestrales, como nuestros instintos. Como dijo Carl Jung, las nuevas estructuras psíquicas no reemplazan a las anteriores, sino que son construidas sobre ellas.

Por ejemplo, las primeras sociedades humanas, que fueron conformadas por tribus prehistóricas, vivieron por mucho tiempo en un colectivismo absoluto, (comunismo). Esto, dado lo vital que fue para nuestra supervivencia durante esa era, tuvo que haber erigido y llegarnos a estampar una estructura psíquica (tendencias inconscientes,) relacionada a ello, que aún debe permanecer en cierta medida en nuestras mentes.

El comunismo fue todo un hit en la era de los hombres de las cavernas.

Quizás gracias a esto -que sería también un infantilismo en la forma de una regresión mental- a los socialistas les pueda resultar intuitivo que un sistema socialista sea la forma en que se deba organizar una sociedad.

Posiblemente por esto podrían considerar la importancia de la redistribución de la riqueza como algo evidente, cuando lo que vino a acabar con la pobreza es la producción y el comercio, algo que debería considerarse como una avanzada tecnología, o incluso un milagro. Comprenderlo no es intuitivo, requiere educación, estudio y análisis. Un esfuerzo considerable. Quizás por eso la humanidad no aprende la lección, e insiste con implementar un sistema socialista una y otra vez, no obstante, el claro historial de fracaso absoluto de este sistema socioeconómico.

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