Han pasado 16 largos años, pero por fin tenemos un nuevo disco de The Cure: “Songs of a Lost World”, una obra lenta y sombría, que evoca en cada minuto sentimientos de pérdida y melancolía. Pero, aunque el disco esté envuelto en tristeza, hay una belleza indescriptible y conmovedora en la forma en la que Robert Smith (voz, guitarra y compositor principal,) y el resto de la banda canalizan ese sufrimiento.
“Songs of a Lost World” recuerda, en su mayor parte, el sonido depresivo, atmosférico y oscuro de la obra maestra de The Cure de 1989, “Disintegration”, con un toque de la melancolía siempre presente en “Bloodflowers” (2000).
La banda construye muchas de las canciones al compás de un ritmo lento, y las alargadas introducciones se van desarrollando poco a poco, mientras los miembros van agregando diversas capas de elementos, como sintetizados sonidos de cuerdas etéreas, hermosas frases de piano, y guitarras despaciosamente arpegiadas con muchísimo sentimiento. Crean de esta forma un paisaje musical profundo, sobre el cual la voz de Smith extiende torturadas letras introspectivas y nostálgicas.
La tristeza y desesperanza que caracterizan esta obra aparecen desde las primeras líneas de la canción inicial, “Alone”, como un preámbulo a todo lo que viene:
“This is the end
of every song that we sing.
The fire burned out to ash
and the stars grown dim with tears.” [“Este es el final de cada canción que cantamos. El fuego se ha convertido en cenizas y las estrellas se han apagado con lágrimas.”]
Smith cuenta en una entrevista que compuso el álbum en su totalidad en un período de duelo, luego de la muerte de sus padres y su hermano mayor, lo que además lo llevó a confrontar el hecho de que él mismo, a sus 65 años, ha envejecido. Estos fuertes sentimientos se pueden percibir por todos los rincones del disco, donde cavilaciones sobre el paso del tiempo, la sensación de pérdida, y envejecer y morir, aparecen recurrentemente, como en la canción "And Nothing is Forever":
“I know, I know that my world has grown old.
And nothing is forever.” [“Sé, sé que mi mundo ha envejecido. Y nada es para siempre.”]
En la canción “I Can Never Say Goodbye”, Smith nos comparte un lamento sobre su mencionado hermano, mediante unas líneas bastante emotivas:
“Something wicked this way comes,
from out the cruel and treacherous night.
Something wicked this way comes,
to steal away my brother's lifе.” [“Algo maligno se acerca, desde la cruel y traicionera noche. Algo maligno se acerca, para robar la vida de mi hermano.”]
Pero no todas las canciones son tan lentas y sombrías. Hay un par de excepciones que Smith dice haber añadido para hacer el álbum más dinámico para los oyentes. Estas canciones, “Drone:Nodrone” y“All I ever Am”, evocan un poco a algunos cortes más movidos de la discografía de The Cure, sin llegar a ser el pop juguetón de temas como “Friday I’m in Love” o “Just Like Heaven”, algo que no encontrarán aquí.
El disco, de apenas 8 canciones, concluye con la canción más larga de la colección, la apropiadamente titulada “Endsong”, que ostenta una duración de diez minutos y medio. Es una recapitulación de la esencia del álbum, tanto musical como líricamente. Por si la idea no caló lo suficiente en las canciones previas, Smith canta:
“It's all gone, it's all gone.
Nothing left of all I loved.” ["Se ha ido todo, se ha ido todo. No queda nada de lo que amé.”]
“Songs of a Lost World” me parece un gran disco. Sin duda. Creo que canaliza perfectamente ese sonido de The Cure que a muchos nos ha hecho sentir, suspirar y sobre todo encontrar confort entre su manto de oscuridad. Quienes disfruten de discos como “Wish”, “Bloodflowers”, y por supuesto, “Disintegration”, estoy seguro que “Songs of a Lost World” les parecerá una obra potencialmente significativa. Como la sensación de reunirse con un viejo amor perdido.
He de mencionar que “Songs of a Lost World” es el primer disco de The Cure que cuenta con grabaciones del guitarrista Reeves Gabrels, quien ha estado con la banda desde el año 2012. Como dato interesante, para quien no lo sepa, Gabrels fue parte de la banda de David Bowie en los años 90, permaneciendo con Bowie poco más de una década. ¿Quién más puede presumir haber sido parte de la banda de Bowie, y luego ser miembro de The Cure? Impresionante.
Para finalizar, Smith ha dicho que la banda ha grabado material suficiente para otro par de discos, que planean lanzar durante los siguientes años. ¿Se materializarán? Supongo que el tiempo lo dirá. Por lo pronto, “Songs of a Lost World” satisface muy bien mi deseo de oír música nueva de The Cure.